Un día dije que temía a la nada, que no me invadiría jamás pero esta noche me caló hondo, muy hondo. Empapó cada rincón de mi almohada y soñé con el vacío. Por ello me desperté atormentada, me senté en la cama y sentí de nuevo esa profunda nada, aunque solamente fue por unos instantes …, aquello no era nada señores, era soledad fría y metálica.
Hay que ir desvistiéndose de ciertos sentimientos.