viernes, 24 de junio de 2011

Tregua

Detened ese tren agonizante,
que nunca acaba de atravesar la noche
y enarena los cascos 
y el aliento.
Miguel Hernández.


Pesa sobre los huesos el abandono rotundo
de aquellas viejas luchas contra el aire,
siempre tan violento y feroz, siempre tan dulce.


Siento el silencio que desprendes y busco.
Busco detectives que averigüen que ves al cerrar los ojos,
Estúpidos que crean tan ambiguo -como el alma lo cree-,
que alguien pida fuego.


No es el espejo ni sus pedazos
quien se encuentra ajado,
él sólo refleja, con cobardía,
un exterior exaltado,
exiliado, extranjero.


Perdí la elocuencia,
me queda la aspidistra,
más que a nada,
porque aquí me planto.


Ahora oirán tu apuesta.

2 comentarios:

Miguel dijo...

Una poema rotundo. Precioso. Valiente. ¿Para cuando tu primer libro...?

Un beso.

Daniel Marcos dijo...

Genial, como siempre.

 
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