Frente a la pared, sedente con la ceguera absoluta de alguien que desde hacía tiempo, había condenado al verbo soñar al ostracismo.Sólo sus manos acariciaban las mejillas de un rostro que no sufría deformación, no reía , no lloraba, no cantaba, no hacía muecas y si lo hacía era mentira. Indiferencia ,esa era su religión, su fe sectaria escondida debajo del cojín.
Pasaron tantos años, pero ninguno por delante de sus ojos, pasaron tantos sentimientos, pero ninguno por su sentir, pasaron tantos estados, tantas experiencias, pero ninguna por su alma... Su alienación era tal que aquel día creía haberse vuelto totalmente loca. Frente a su mirada ,que tanto había visto y tanto había dejado de ver, una mariposa revoloteaba. Cualquiera hubiera intentado atraparla entre sus manos, pero no era su caso. La dejó volar, jugar con la corriente que entraba por el ventanal a su espalda, en definitiva gozar de aquello que ella ya gozó un día.
La mariposa se marchó, y ella impulsó con fuerza las comisuras de sus labios hacia arriba, y se levantó, se dio la vuelta y la revoloteadora se propulsó hacia su pecho, donde definitivamente desapareció. Escuché que fue entonces cuando se vio invadida por tantas sensaciones que no durmió, ni comió, se dedicó a vivir, sólo eso.
Llora, se ríe, vive, nada es perfecto..., se ve que en días como hoy mira aún al techo planteándose si aquella posición sedente le hubiera proporcionado más felicidad, más compañía, más comprensión, más...
Luego piensa que le da igual, es tarde, quiere vivir.