Me cobijo en la ironía más extremista, a pesar de que los extremos siempre visten de fatalismo.
Camino por las calles luchando contra los fantasmas de cantos melancólicos y consejos funestos. Al mismo tiempo invoco a las palabras ácidas para que me defiendan de mi misma. Fracaso, esa es la palabra, fracaso e impotencia.
Me desquicié, me entretengo viendo todo lo quedó arrasado, con esperanzas nutro,algún día volverán a repoblarse. ¡Oh! esperanzas ¡qué hermosas!, ¡já!, ¿qué esperanzas? ,aquellas que van de mano de la sinceridad de las sonrisas o las que acechan, te acarician y en el abrazo te apuñalan.
Yo y una larga explanada arrasada, al final , unos frondosos árboles y flores que dejan su aliento cerca de mí, pero entre medio hay mucho que hacer y frente a tanto trabajo el silencio es padre de la impotencia. Sobre-vivir.
¡Qué narices!, Yo siempre creí en los cuentos y nunca aparté la mirada a los sentimientos, ¿y?.