viernes, 5 de noviembre de 2010

De la mano.

Su pecho era de color morado, morado de los golpes que con gracia se propinaba.


Buscaba..., nunca encontró, quería extirparse el alma, sacarla a pasear, desnudarse y pasear. Pero por más golpes que se propinó sólo consiguió un fuerte y crónico dolor, y es que cuantas más prendas se quitaba más aparecían sobre ella, más cautiva se quedaba en su cárcel de madreselvas silenciosas. 

De vez en cuando se permitía un descanso en su dictatorial ritmo de golpes y se llenaba del aroma contaminado del transcurso vital, se dejaba llevar pero atándose el pie a uno de los barrotes .

Un día de otoño se propinó un golpe con tanta fuerza que cayó al suelo, sus ojos entreabiertos percibieron la presencia de alguien, era la Mudez. Quiso preguntarle, hablarle, pero no pudo, fue la Mudez quien le habló:

-Creó que sé lo que buscas, lo tienes entre las manos.

Entre las manos, tenía el alma, la vio, la acarició, abrió sus ojos y se topó con otros. Se estremeció.

2 comentarios:

Patri Hache dijo...

La cárcel del alma, que a veces se le resiste cuanto más quiere huir.

=)

Miguel dijo...

A mí me daría miedo desnudarme de esta forma. No. Prefiero tenerla libre en mi cárcel de sentimientos.

Un beso.

 
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